Vivo en Ensenada, Baja California, tierra de mar, viento y vino. Aquí aprendí a trabajar, a reír con ganas y a valorar lo simple: una conversación sincera, una comida compartida, un abrazo sin prisa.

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Este espacio no existe solo por lo que me pasa, sino por lo que quiero provocar: un movimiento de empatía, un puente entre corazones, una historia que no solo se lee, sino que se siente.

Aquí hablo desde la esperanza.

Desde la necesidad de abrir camino, de crear comunidad, de ponerle rostro humano a lo que, para muchos, solo es una estadística.

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Estoy en espera de un trasplante de hígado, sí. Pero también estoy en búsqueda de conexiones reales, de voces que acompañan, de manos que suman.

Este sitio es eso: una pausa en medio del ruido, un lugar donde puedo ser yo, sin filtros.

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Gracias por estar aquí.

Por tomarte el tiempo.

Por ser parte de algo que —aunque empezó conmigo— solo tiene sentido si se comparte.

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— Paulo