Una historia que no pedí, pero que estoy aprendiendo a contar.
- Paulo César Cruz Reyes
- hace 15 horas
- 2 Min. de lectura

Mi nombre es Paulo César Cruz Reyes y esta es mi historia. No fue fácil decidirme a compartirla, y mucho menos a pedir ayuda. Pero llega un momento en la vida en que lo más valiente no es resistir en silencio… sino abrir el corazón y dejarse acompañar.
En julio de 2024, mi vida era como la de muchos: tranquila, con planes, rutinas, trabajo, familia. Hasta que, de la nada, viví una experiencia que no puedo describir de otra forma que como una desconexión con la realidad. Fue una encefalopatía de origen desconocido, un evento que marcó el principio de algo mucho más grande de lo que imaginaba.
Los primeros diagnósticos fueron alarmantes. Pensaron en cáncer. Pasé por estudios, esperas, miedo, noches largas. Por suerte, no era cáncer… pero tampoco había respuestas. Hasta que finalmente alguien pensó en revisar mi hígado. Ahí comenzó todo.
El diagnóstico fue claro y al mismo tiempo desconcertante: esplenomegalia secundaria a cirrosis hepática descompensada de origen desconocido.
Sí, lo leí varias veces para entenderlo. Nadie podía explicar por qué. No bebo, no fumo, no consumo drogas. Y aún así, mi hígado está fallando.
Recuerdo las palabras de mi médico:
"Te sacaste la lotería. Así de vaga es esta situación."Una forma elegante de decir que soy uno entre millones.
Desde entonces, mi vida cambió por completo. Los síntomas se convirtieron en parte de mi día a día: fatiga extrema, dolor abdominal, mareos, falta de energía, problemas digestivos… y sobre todo, la sensación de que el tiempo corre y el cuerpo ya no responde igual. Pero aquí estoy. Vivo. Presente. Aprendiendo a transformar esta experiencia en algo más grande que yo.
Por eso nació este sitio: diariodeunhigado.com. Es mi espacio para compartir lo que vivo, pero también para conectar con quienes creen en la vida, en el apoyo mutuo, y en que un órgano puede cambiarlo todo.
Aquí hablaré de mi proceso, de lo que significa esperar un trasplante, de los obstáculos que nadie ve cuando se pide ayuda: la constancia diaria de compartir, de agradecer, de seguir moviendo una campaña como si la vida dependiera de ello… porque en mi caso, así es.
Gracias por llegar hasta aquí. Si estás leyendo esto, ya eres parte de mi camino.Tu apoyo —con una palabra, una donación, tu tiempo o una oración para mi salud— es una fuerza que empuja, que sostiene, que abraza.
Esta historia continúa.Y no pienso escribirla solo.
— Paulo
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